Tras cuatro años de investigación relacionada con alrededor de 60 años de conflicto armado en Colombia. La Comisión de la verdad, (surgida tras la firma del acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las Farc-EP en el año 2016), con el objetivo de esclarecer los hechos de violencia presentados en aras de la Justicia, Reparación y No Repetición, ha publicado el pasado 28 de junio el Informe Final de la Comisión de la Verdad.
El Informe incluye 10 volúmenes
1. Hallazgos y recomendaciones: contiene la declaración, además de una primera parte con la síntesis de 11 temas que fueron investigados por la Comisión y una segunda parte con las recomendaciones que la Comisión le hace al país para avanzar en la construcción de paz.
2. No matarás: corresponde al relato histórico de la guerra.
3. Hasta la guerra tiene límites: presenta las violaciones de los derechos humanos, las
infracciones al derecho internacional humanitario y las responsabilidades sobre estos hechos.
4. Colombia adentro: relata qué ocurrió en las regiones y con el campesinado.
5. Sufrir la guerra y rehacer la vida: revela los impactos sufridos durante la guerra por todas las víctimas.
6. Cuando los pájaros no cantaban: ejercicio testimonial y coral para hacer visible los
impactos que tuvo el conflicto en sectores y grupos humanos que sufrieron de manera diferenciada la guerra.
7. Étnico: hace un aporte a la verdad de los pueblos indígenas, afrodescendientes, negros, raizales, palenqueros y Rom.
8. Mi cuerpo es mi verdad: visibiliza la experiencia de las mujeres y de las personas Lgbtiq+ en los distintos momentos de la guerra, particularmente las violencias sexuales enfrentadas.
9. No es un mal menor: recoge la experiencia de los niños, niñas y adolescentes en la guerra.
10. La Colombia fuera de Colombia: visibiliza el millón de personas exiliadas a causa del conflicto armado.
La publicación esclarece cómo la guerra impacta a los grupos poblacionales de maneras diferentes. Las mujeres son el grupo más afectado, explicando que entre las 9.310.377 de víctimas del conflicto armado interno en Colombia, la mayoría son mujeres: 50.2% frente al 49.7% de hombres. Miles de mujeres dieron su testimonio con el fin de hacer visible su experiencia y contribuir a crear una verdad colectiva narrada por mujeres que sea compartida por la sociedad colombiana.
Mi cuerpo es mi verdad: visibiliza la experiencia de las mujeres y de las personas Lgbtiq+ en los distintos momentos de la guerra, particularmente las violencias sexuales enfrentadas.
Alejandra Miller, comisionada, economista y líder del movimiento feminista en Colombia, afirma: el volumen busca explicar por qué ocurrió lo que aconteció con las mujeres, por qué les sucedió a esas mujeres en específico y por qué sufrieron unas formas de violencia particulares. Lo hace a través de tres elementos fundamentales: 1. el cuestionamiento sobre qué nos pasó; 2. la búsqueda de explicaciones a por qué nos pasó y; 3. da cuenta de la resiliencia de las mujeres en el marco de la guerra.
Aquí se hace referencia a 13 tipos distintos de violencia, como la violencias reproductivas. Evidenciando que el 92% de las víctimas y sobrevivientes de violencias sexuales y reproductivas son mujeres. Además se llegó a la conclusión de que el control territorial se ha hecho desde los cuerpos femeninos a través de los años. la amenaza de sufrir estos diversos tipos de violencia causaba que las mujeres abandonaran sus hogares, siendo ellas grandes influyentes de las familias y comunidades, esto implicaba el desplazamiento no solo de una mujer, si no de su familia entera. Razón por lo que las amenazas contra su cuerpo se convirtieron en una estrategia para despojar las tierras.
Así mismo, las mujeres trabajadoras sexuales eran utilizadas para obtener información de las partes vinculadas al conflicto, por otro lado, las mujeres que se desempeñan en la política siempre fueron cuestionadas y amenazadas, razón por la que la brecha de participación política por parte de las mujeres aumenta.
Pese a ser víctimas y sufrir de maneras diversas los efectos de la guerra, el volumen recalca la resistencia de las mujeres. Miller habla de cómo ella han preservado la vida, cuidado los territorios, las comunidades y sus familias en medio de la violencia. Convirtiéndose en soporte, asegurándose de alimentar las bocas de sus hijos e hijos ajenos, sobreviviendo a la pérdida de sus hijos, al desplazamiento, siendo motor fundamental de la sociedad.
El informa resalta la importancia de la revelación de la verdad contada por las víctimas: “Es el resultado de la insistencia y persistencia de las organizaciones de mujeres víctimas y feministas, que al unísono proclamaron: ‘Sin la voz de las mujeres la verdad no está completa’».
Dentro de los testimonios 1150 contaron haber sido víctimas de violencia sexual entre 1999 y 2016 se presentaron la mayoría de estos casos. Una de las conclusiones a las que se llegó es que quienes perpetuaban la guerra actuaban con la lógica de dominar la vida de las mujeres, pues de esta manera influirían con mayor impacto en la comunidad. “una estrategia contra el enemigo, pues debilitaba las relaciones comunitarias y ayudaba a disciplinar moralmente al territorio”. lo que “implicaba dejarlo todo; desplazarse para evitar el reclutamiento de sus hijos e hijas, tener que salir corriendo, no lograrlo y ser víctima de violencia sexual; escuchar a los vecinos decir que se lo merecían por lo corto de su falda; acudir a la justicia y no hallar respuesta o recibir un trato prejuicioso”.
“La guerra se instaló en las mujeres, en sus territorios, en sus hogares, en su cuerpo, dentro de su vientre. Los actores armados comprendieron rápidamente que controlar los territorios implicaba controlar a las mujeres, y para esto era necesario controlar su vida y su cuerpo; romper el tejido social”.
En cuanto a víctimas de la población LGBTIQ+, se concluyó que hay un patrón de persecución sistemática en contra de ellos. Que tristemente los grupos armados se confabulaban con la sociedad y les decían que iban a hacer una “limpieza” de las personas “desviadas” «Para que aprendieran a ser hombres o mujeres».
Para obtener esta información que busca de alguna manera hacer justicia, y evitar que la guerra siga teniendo repercusiones de tal magnitud en las mujeres y personas diversas, el grupo de trabajo de género, analizó 63 informes de organizaciones sociales, colectivos y asociaciones de mujeres y personas LGBTIQ+ víctimas del conflicto armado, además de la realización de unas 400 entrevistas.
Los resultados evidenciaron fuertes hechos victimizantes, tales como amenazas, desplazamientos, violencia sexual, tortura, homicidios y exilios, que fueron perpetrados por paramilitares – representando casi el 40% de los victimarios –, las guerrillas perpetrando el 30% de los casos, la Fuerza Pública en un 6,8% de los casos, entre otros. De las víctimas que se identificaron, el 60% eran niños, niñas y adolescentes cuando ocurrieron los hechos victimizantes, el 14% eran personas negras, afrocolombianas o raizales, el 4% de ellas eran indígenas, el 54% eran hombres gais, el 26% eran mujeres lesbianas, 12% personas bisexuales y 10% fueron personas trans.
Hallar testimonios no fue sencillo, y no se puede hablar de un registro completo de víctimas puesto que muchas mujeres no se reconocen como víctimas debido a la normalización histórica contra la mujer de diversos tipos de violencias.
Miller afirma “Uno de los hallazgos más importantes es que hemos considerado después de tanta escucha, que las mujeres realmente son el activo social del cambio, de la transformación de este país. (…) Colombia hubiera sido peor sin que las mujeres hubieran hecho lo que hicieron para defender los territorios, para proteger la vida, para quitar a sus hijos de la guerra”.