Cada tres años la facultad de Comunicación Social de la Universidad Santo Tomás de Bogotá realiza una premiación en diferentes categorías en el marco Congreso Internacional de Comunicación y Paz, llamado Fernando Quiñones esta vez en su edición número cinco. Esta vez, una joven de 20 años, llamada Manuela Betancur, estudiante de Comunicación Social en la Universidad Católica de Oriente, en Rionegro, ocupó el segundo lugar en la categoría de Prensa, con su crónica “Las siete palabras de un falso positivo”.

Una historia que transporta a los lectores a una cruda realidad de Colombia que quizás muchos han escuchado, otros han vivido, u otros simplemente no saben hasta ahora qué es un falso positivo. Y Manuela logró reflejar en su crónica, un hilo conductor definido por las siete palabras de cristo antes de morir, las mismas que relatan la historia de Alberto, un campesino de Abejorral, Antioquia, quien un día contó con la mala fortuna de encontrarse en uno de los caminos de su municipio a la muerte vestida de militares.

Manuela se define como una mujer orgullosa de vivir en el Oriente Antioqueño y amante de cada uno de los rincones de esta región, y lo más importante de sus historias. Y es más que entendible la pasión que surge desde sus raíces, en una región que durante la época del paramilitarismo y guerrilla fue tan golpeada y sometida a la violencia. “Comprendo con claridad lo que quiero hacer, comprendo que la felicidad va más allá que el encuentro consigo mismo, es más un encuentro con otros para el re-conocimiento de la propia humanidad. Por eso, contar historias, aunque no sean muchas, aunque sean de pequeñas grandes cosas, son el camino que he trazado para estar más cerca de los sueños; de la alegría de sentirte tú misma”, resaltó la joven escritora.

La estudiante de Comunicación Social, relató cómo logró llegar a postularse a esta importante premiación, “Para el mes de septiembre, el periódico Enfoque de Oriente buscaba realizar una edición con la temática de memoria, y buscaron a personas que pudiéramos participar en la construcción de esta edición, la 265. Se plantearon una serie de posibles temas, yo seleccioné dos: el que tenía como primera opción era de un proceso de producción de exparamilitares en el corregimiento de La Danta, y el que tenía de segundo por su dificultad en el abordaje era el caso de una ejecución extrajudicial de un campesino en Abejorral. Cuando por circunstancias supe que la opción uno ya no era viable, la segunda opción fue mi presagio para una historia que estaría llena de sentimientos encontrados en la reportería y en la escritura”, comentó la joven.

La autora de “Las siete palabras de un falso positivo” define su crónica como «la historia de Alberto, un campesino que fue asesinado en el municipio de Abejorral por el Ejército Nacional, más precisamente el escuadrón Acero del batallón Pedro Nel Ospina, y que fue presentado como un guerrillero muerto en combate».

La escritora realizó un proceso de introspección en la historia, y estuvo por horas con la familia de Alberto, conversó con la esposa María, y con uno de sus hijos, John Alejandro, la otra hija también estuvo presente en estas conversaciones, que transportaron a sus familiares al momento en que Alberto fue asesinado, injustamente. “La crónica hace una relación metafórica fuerte entre el dolor y el sufrimiento que evocan las siete palabras y una de las 2.248 ejecuciones extrajudiciales que se han dado en Colombia, la de Alberto”.

Además, esta crónica también refleja la tenacidad y el empeño por parte de María, la esposa de Alberto, quien desde el momento en que fue asesinado su esposo, ha luchado sin cansancio en devolverle con orgullo el nombre a su esposo, quien era reconocido en su municipio como un hombre, campesino y trabajador dedicado a la familia. “En la historia, María logra ser la personificación de la lucha contra la indiferencia, la injusticia y el dolor”, manifestó Betancur.

Por su parte, la joven escritora, feliz de recibir este premio y de ocupar el segundo puesto en el certamen, resalta que “la vida puso personas en mi camino que me permitieron entender que contar era un acto de catarsis, tanto personal como colectiva. Por este motivo, veo en la posibilidad de escribir, un camino que se traza lentamente, pero que va hacia donde quiero ir: el encuentro con los demás.”.

Siendo ella, Manuela, una mujer ejemplo claro de que crear paz por medio de las letras es una de las mejores alternativas que quedan para implementar alternativas de perdón y reconciliación en un país que enfrentó cerca de 50 años de conflicto armado.